En el caso de tener piel con tendencia a rojeces, es esencial usar productos específicos para este tipo de cutis. Son fórmulas que, sin ser pesadas, contienen activos que trabajan de forma sinérgica contra las causas de las rojeces. Por una lado, reducen la inflamación, con ingredientes como la avena, el extracto de manzanilla o el té verde, junto a activos hidratantes y calmantes, como el aloe vera o la alantoína. Y, sobre todo, incluyen activos que ayudan a reducir la vasodilatación (cuando se engrosan los vasos capilares) y con ello, además de evitar en gran medida la aparición de esas rojeces, impiden que los capilares lleguen a dilatarse, protegiendo así sus paredes. FACTOR DE RIESGO El frío es también uno de los muchos factores que puede desencadenar un brote de rosácea, especialmente en casos de viento frío y cortante. Es esencial proteger la piel: no solo con cosmética emoliente que actúe de escudo de defensa, sino también con barreras físicas, como una sencilla bufanda con la que cubrir toda la cara (excepto los ojos, ¡claro!) y que evite que el frío llegue a rozar la piel.