HOLA

ARIADNA GIL Y VIGGO MORTENSEN, su beso de película, en las calles de madrid, tras 14 años juntos

Hablamos con la actriz de la frialdad del éxito, al calor de la familia y el amor

Texto: LUIS NEMOLATO Fotos: SERGIO BORONDO

BLANCA Suárez podría ser como una fuerza de la naturaleza. Indómita, salvaje, arrolladora. Sin embargo, te toca y es como un viento fresco que acaricia. O como el agua de un torrente de verano. O como el calor de un hogar cuando se acerca el frío. Y ese es su poder. El de la elección. Porque, por ser, a esta mujer le sería fácil despedazarte con la fiereza y elegancia de una pantera. Sus ojos son felinos y compiten en brillo y fiereza con las gemas que la diseñadora turca Begüm Khan, en un alarde creativo de trazos orientalistas e imágenes oníricas, ha engarzado para los perfumes icónicos de Guerlain, convertidos en un mágico bestiario de piedras y oro. Piezas excepcionales que celebran esencias míticas, como su recreación del frasco de abejas que cumple 170 años y del que se han editado tan solo cuarenta unidades. Con Blanca y otras espléndidas invitadas, entre las que se encontraban la propia diseñadora, recién llegada de Estambul, y la princesa Cleopatra Zu Oettingen-spielberg, celebramos la Navidad que está por venir, rodeados de flores, buenos sentimientos y luz. Un instante único de belleza que, sin embargo, en el transcurso de una vida, puede parecer un espejismo. Porque la realidad es dura y cruel, a veces; porque en la cima del éxito, uno siente la soledad de la cumbre; o porque la escalada ha sido ingrata y las armas, con las que pensabas que eras invencible, se pusieron en tu contra. Pero, ¡basta ya de metáforas! Máxime cuando Blanca aborda la vida a las claras, de frente y siempre con una sonrisa. Incluso cuando le mencionamos hacer una portada con Javier Rey... «Uy, qué va. Ni loca». —¿Por?

—(Risas). Ya lo sabes (risas). Mi vida privada...

—¿Es fácil tener vida privada siendo actriz? ¿O amorosa? ¿O familiar? Porque da la sensación de que las vidas sentimentales de la «gente» del «show business» son intensas, pero nunca estables... ¿Es un cliché o se corresponde un poquito con la realidad…?

—Hay de todo. Como en todas las profesiones y casas: «Ni más más, ni más menos». Lo que ocurre es que sobre otros ámbitos no se especula. Con nosotros se exagera o, incluso, se inventan cosas... Es curioso ver cómo narra tu vida alguien que jamás estuvo en ella.

—Rodajes, vida de hotel —o de «roulotte»—, aeropuertos... Cuéntame lo bueno y lo malo de ser actriz. De ser Blanca Suárez.

—Supongo que a los actores nos acompaña mucha soledad. Vas a contrapelo del mundo... Cuesta coincidir con los amigos, con la familia,

con la pareja. Viajas sola, cambias de compañeros de trabajo continuamente... Te ves contigo misma demasiado tiempo... Y es muy inestable todo. Ahora bien, sabes que estás haciendo lo que te gusta.

—Pero siempre estás siendo juzgada... Porque tiene que ser difícil que todos los ojos se fijen en tus defectos y no en lo espléndida que eres... Ahora que todos estamos a vueltas con la salud mental...

—Hay que ser capaz de disociar lo que eres en la profesión y lo que eres en casa. Y entender que lo que ven todos esos miles de ojos, que te rodean y que te juzgan, es una muy pequeña parte de ti misma. Y sobre todo, ser consciente de que no puedes gustar a todo el mundo. Esta es una profesión tan expuesta que, a veces, es difícil no perder la cabeza. Saber quién eres en realidad hace que tus cimientos sean más firmes.

—¿Qué es lo que precisamente te da entereza? ¿Cómo te mantienes a salvo de los halagos continuos y de las críticas gratuitas?

—Tu gente. Tu casa. Ojos que te ven y no solo te miran. Te ven sabiendo todo de ti y, en ellos, te sientes tranquila y sin tener que demostrar nada.

—Cuando una va subiendo peldaños y los va contando como éxitos, ¿surge la duda de «estaré a la altura con el siguiente»? O ¿tendré cerca «el ocaso de mi estrella» ? ¿Seguirá habiendo papeles para mí? Porque, a ti, ¿qué te gustaría hacer?

—Esas dudas son continuas. Siento que, en esta profesión, toca estar continuamente demostrando, estando a prueba... Y también es algo con lo que hay que aprender a convivir...

—¿Tú te has visto forzada a demostrar más que los demás?

—Siento que he tenido que esforzarme mucho, pero que nadie me ha pedido más o me ha juzgado de menos por mi físico. Supongo que la responsabilidad está en las personas que nos contratan, ¿no? En ver más allá de una fachada. En ver las posibilidades —o un talento— y asumir que no solo puedes hacer de «chica mona».

—Blanca, ¿siempre te has considerado una mujer guapa, o ha sido algo que han visto los demás?

—Ni una cosa, ni la otra... Una se ve con ojos diferentes a como la ven los demás. Para serte honesta, una sabe más o menos si es mona o no pero, al final, te acabas dando cuenta de que la belleza pasa.

—¿Ser bella te ha beneficiado?

—Supongo que me ha beneficiado a momentos. Nunca he sentido que me haya ido en contra. Si solo hay belleza y detrás no hay nada, al cabo de unos años, las cosas caen por su propio peso.

—Y hablando de belleza, ¿qué significa para ti ser embajadora de Guerlain?

—Me siento muy cómoda trabajando con ellos y es un privilegio conocer la Maison por dentro. Me parece fabuloso cómo combinan su «savoir faire», su forma de tratar el lujo y el mimo que ponen a todos sus productos, con ser pioneras en sostenibilidad en el mundo de la belleza.

—Y ¿qué es lo último que has visto que te ha emocionado, o que te hubiera gustado interpretar?

—Uy, eso me pasa con todo lo que me encanta. ¿Lo último? La cocinera de «The Bear».

La actriz nos confiesa cómo su gente y su casa le mantienen los pies pegados al suelo: «Ellos te ven sabiendo todo de ti y sin tener que demostrar nada» La princesa Cleopatra Zu Oettingen-spielberg y la diseñadora Beghüm Khan fueron algunas de las invitadas de la

velada

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2023-11-22T08:00:00.0000000Z

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