SONSOLES ÓNEGA DE SU AMISTAD CON LA REINA A SUS PLANES PARA EL MILLÓN DE EUROS DEL PREMIO
SONSOLES Ónega es pura adrenalina. Su vitalidad es contagiosa y lo expresa cuando llega a Sevilla, en su gira con el Premio Planeta que acaba de ganar con su séptima novela, «Las hijas de la criada». De éxito en éxito y sin respiro, nos concede una entrevista exclusiva días antes de cumplir 46 años (30 noviembre). —¿Lo celebrarás en la tele?
—Trabajando claro, ese día me toca ir a Barcelona; voy y vuelvo y luego cenaré con mis hijos, a ellos les he dedicado la novela, espero que algún día lo valoren (y se ríe).
—¿El Premio Planeta ha sido un regalo de cumpleaños adelantado?
—¿Un regalo que te has trabajado?
—Bueno, un regalo…
—El regalo uno no lo espera, en eso sí, pero en este caso hay mucho trabajo, algunos desvelos y el camino a veces tortuoso de la literatura. Para mí es la conclusión de una etapa, de un montón de años escribiendo, pensando que cada una de mis novelas iba a ser la última porque no sabía cómo iba a empezar la siguiente. Si lo quieres ver como un regalo, muy bien, pero los regalos no pagan a Hacienda…
—Es el premio literario de mayor dotación económica, un millón de euros. ¿Dónde invertirás el dinero?
—Aún no lo he cobrado, pero tengo muchas deudas y saldaré algunas. Lo que debemos el noventa por ciento de los españoles son las casas —tengo una hipoteca como todo el mundo—, así que intentaré tapar agujeros.
—¿Veremos esta novela en el cine o en la televisión?
—Aún es pronto. Hay interés por parte de algunas productoras y me gusta que ocurra, porque no me había pasado antes con ningún libro. Me encantaría ver a mis personajes en pantalla y aprender cómo se hace un guion, pero aún no hay nada.
«TIENE UNA POTENCIA BRUTAL»
—La cola que hizo la Reina Letizia para que le firmaras tu novela fue ¿el apoyo de una amiga, o el gesto de una admiradora?
—Más una amiga; yo no veía a la Reina, yo veía a la amiga haciendo una cola larga a las siete de la tarde un sábado, en un centro comercial de Madrid, con lo tumultuoso que ha sido las últimas semanas. Tiene una potencia brutal en todo lo que hace y recuerdo todo el rato que era el día de las librerías, fue un gesto muy bonito.
—¿Te sorprendió o ya lo esperabas?
—Me sorprendió muchísimo. Alfonso Goizueta (finalista con la novela «La Sangre del padre») y yo veníamos de una entrevista en «TVE» y, cuando llegamos a la mesa de firmas, nos dijeron que estaba la Reina. Ella no me había dicho absolutamente nada, ni estaba organizado ni nada que se le parezca. Me hubiera arreglado un poco más de haberlo sabido.
—Sí, lo soy bastante.
—¿Eres muy coqueta?
—¿El Premio Planeta te permite un pequeño paréntesis de libertad con respecto a la tele?
—Espero que no, yo voy a seguir haciendo lo mismo, estamos haciendo compatible la gira con el programa. Aquí no hay paréntesis que valga, vamos desdoblándonos. Esto es una ruptura de la rutina. Estoy acostumbrada a levantarme, leer los periódicos, pasar todo el día en la tele, volver a casa... Con la gira del Planeta hemos ido a Vigo, Zaragoza, Barcelona, Sevilla… Es un gusto poder viajar.
FASCINACIÓN POR CUBA
—Se van a cumplir 20 años de tu primera novela, «Calle Habana, esquina Obispo» (2004), y en este libro también aparece Cuba.
—Mi fascinación por Cuba viene de un viaje adolescente universitario, que provocó que escribiera mi primera novela, en los años 90. Un hombre que intenta que la fachada de su casa no se venga abajo en la Habana Vieja… Me pareció una metáfora deliciosa de lo que era la lucha contra el régimen comunista, en tanto que fracasó por las condiciones en la que viven los cubanos, de falta de libertades, desabastecimiento, todo eso lo vi y lo trasladé a un libro. Aquí vuelvo a Cuba como un caprichazo narrativo, en un momento del que desconocía todo, pero mis personajes conocen bien. La Cuba previa a 1898 en la que España era «mandamás».
—¿Cuánto de ti hay en doña Inés, la Señora de la casa?
—Yo creo que hay más de mí en Clara; doña Inés era una mujer condenada al abandono de su marido. No sé cuánto regala el creador a sus personajes, no nos podemos abstraer de lo que somos a la hora de escribir, escribimos desde la colección de experiencias que tenemos. En cada uno de mis personajes probablemente haya muchos yoes y también mucho de la gente que me rodea. Me gusta mucho escuchar cómo habla la gente, llora, expresa su felicidad. Por desagracia, estoy mucho menos en la calle de lo que me gustaría. Estoy hecha de un montón de gente, reciclo todo y lo uso, hasta estudio los períodos históricos y me enriquece. Crezco con los libros y lo que más me gusta es que los lectores me digan lo que han aprendido con los libros. Siempre les contesto que me alegro mucho, porque yo también lo hago.
—Escribir es un acto de soledad. ¿Consigues tenerla?
—Sí, la tengo y la reclamo, hay que saber buscar esos espacios. Lo normal es decir sí a todo y, al final, solo estás sola mientras duermes. He aprendido a decir que no, mejor dicho, estoy aprendiendo a decir que no, porque no llegas a todo y sacrificas vida social. Aunque no soy una ermitaña, me divierto, cumplo con mi familia, las cosas importantes, mis amigas, pero procuro identificar los momentos de calidad y no me distraigo.
—¿Crees que has tenido que pagar un precio por el éxito?
—De momento no, aunque hay un asalto a mi vida privada con la que no me quiero inmunizar. Creo que todo ser humano debe tener sus espacios fuera del foco público y más dedicándote a esto, pero en todo lo demás estoy profundamente agradecida a los espectadores y a los lectores.
«El premio Planeta no ha sido ningún regalo, hay mucho trabajo, muchos desvelos… El dinero lo usaré para pagar mis deudas, tengo muchas, y una hipoteca como todo el mundo» «No soy una ermitaña, me divierto, cumplo con mi familia, mis amigas, pero procuro identificar los momentos de calidad y no me distraigo
«No me había dicho absolutamente nada. La aparición de la Reina, para que le firmara mi libro, fue una sorpresa; si lo hubiera sabido, me hubiera arreglado
un poco más» «Yo no veía a la Reina, yo veía a la amiga haciendo una cola larga a las siete de la tarde de
un sábado»
A la derecha, Sonsoles en Sevilla durante la gira de promoción de su novela «Las hijas de la criada», con la que ganó el Premio Planeta 2023 en octubre. En la otra página, abajo, recogiendo el galardón en Barcelona, y el abrazo compartido con doña Letizia, durante su firma de libros en El Corte Inglés de Callao, en Madrid, el pasado 11 de noviembre. La Reina es una fan de su amiga e hizo una cola de veinte minutos para que le firmara el libro. «Ella no me había dicho absolutamente nada, ni estaba organizado ni nada
que se le parezca», nos dijo
La venezolana Victoria Mestre Cisneros, nieta de la coleccionista de arte Ella Fontanalscisneros, fue una de las 21 nuevas debutantes
Lucas Macaya Cisneros fue el único español de la gala. El nieto de la mítica Cristina López Mancisidor ejerció de «chevalier» de su prima Victoria
DURANTE meses, para 21 jóvenes pertenecientes a la realeza, a la aristocracia y, por supuesto, a algunas de las familias más influyentes del mundo empresarial o del arte, la del sábado 25 de noviembre era una fecha marcada en rojo en su calendario. Este fin de semana, cumplían un sueño y su puesta en escena parecía sacada o bien de un cuento de hadas o, teniendo en cuenta su edad y el siglo en el que estamos, de un capítulo de «Bridgerton». Porque entre abejas imperiales, escudos con una gran «N» coronada, guirnaldas, laurel y águilas en los frescos, chimeneas, balaustradas y «boiseries»... ellas, las 21 nuevas debutantes, debían bajar las regias escaleras del «petit palais» del número 10 de la Avenue d’iéna. Ese que, en su día, fue la residencia de Roland Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón III, y hoy uno de los hoteles más exclusivos de París y, por ende, de Europa, el Sangri-la Paris. Estaba por comenzar la mágica noche de Le Bal des Debutants, que, en su edición 2023, la XXVI desde su fundación, presentaba en sociedad a un florido ramillete de bellezas donde se cruzaban familias imperiales con nuevas y antiguas
fortunas. Desde la nieta de los emporios empresariales de Cristina Macaya y Ella Fontanals-cisneros, Victoria Mestre Cisneros, a Ildiko de Habsburgo, hija del archiduque Jorge de Habsburgo, bisnieta de la Emperatriz Zita de Borbón-parma y descendiente de la mítica Sissi, pasando por Olivia Ford Uzielli, tataranieta del magnate automovilístico estadounidense; la tataranieta del Rey de Etiopía, Haile Selassie, o la heredera de los Berlingieri de Venecia, la joven marquesa Barbara Berlingieri, entre otras.
Así, vestidas con creaciones exclusivas de alta costura, con joyas de Vmuse y brindando con Laurent Perier, pudimos contemplar por primera vez a las mujeres que marcarán el futuro de los negocios, la banca, la cultura o el deporte y también, por qué no, del estilo, la elegancia y la memoria sentimental y emocional del siglo XXI. Y del brazo de cada una de ellas, los llamados «chevaliers», jóvenes de su tiempo, unas veces familiares, otras sus primeros amores.
Acompañando a la caraqueña Victoria Mestre Cisneros, el único español de la gala, su primo Lucas Macaya Cisneros, nieto de la mítica Cristina López Mancisidor, una de las grandes damas de la alta sociedad mallorquina.
Este año, los fondos recaudados de este baile fastuoso, pero también benéfico, irán destinados a la unidad de investigación de cardiología ARCFA del hospital Necker-enfants Malades, que se centra en niños con defectos cardíacos, y a la organización World Central Kitchen, que ofrece comida a las personas en situación de vulnerabilidad,
PRINCESAS, ARISTÓCRATAS Y HEREDERAS DE GRANDES FORTUNAS DE LOS CINCO CONTINENTES, EN LA MÁGICA NOCHE DE LE BAL DES DEBUTANTS, EN PARÍS
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2023-11-29T08:00:00.0000000Z
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