SONIA Ferrer y Marco Vricella llevan nueve años separados y, durante este tiempo, su relación ha pasado por varios altibajos, especialmente por la custodia de la hija que tienen en común, Laura. Casi una década después de su divorcio, la presentadora y el cirujano se han reencontrado en la hípica para apoyar a la pequeña Laura, de once años, que el fin de semana compitió en el prestigioso concurso de saltos internacional Longines Global Champions Tour, en Madrid.

Tras años enfrentados en los tribunales, Sonia y Marco han vuelto a coincidir para apoyar y acompañar a su hija. Ambos han rehecho sus vidas. La presentadora asistió al certamen con su prometido, el policía Sergio Fontecha, con quien se casará el próximo 30 de julio. Por su parte, el cirujano italiano acudió con su novia, Maira, con la que está a punto de tener un bebé.

El tiempo parece haber limado algunas tensiones entre Sonia y Marco, que el fin de semana compartieron el orgullo por los buenos resultados de su hija en el campeonato ecuestre. El prometido de la presentadora habló unos minutos con Marco y saludó a la pareja de este, psicóloga de profesión, que espera su primer hijo junto al italiano para los próximos días. Las dos parejas no perdieron de vista la actuación de Laura, que a sus once años se ha convertido en una excelente amazona y en toda una promesa de este deporte.

Tras la competición, tanto Sonia como Marco se acercaron a su hija para felicitarla y se estuvieron fotografiando con la pequeña mientras permanecía aún subida a su caballo. Laura Vricella Ferrer vivió un día feliz, ya que contó con el apoyo de su madre y su padre.

Sonia está viviendo un gran momento personal, en medio de los últimos preparativos de su boda con el policía Sergio Fontecha, al que conoció a comienzos de 2021.

Sonia acudió al torneo con su prometido, el policía Sergio Fontecha, con el que se casará en julio. Allí coincidió con su exmarido, que asistió a la cita con su novia embarazada

LAS celebraciones estrella de su Jubileo de Platino arrancarán el 2 de junio en todo el Reino Unido y la Commonwealth, pero la cuenta atrás ya ha comenzado y, además, en las tierras de su amado castillo. Isabel II no pudo asistir a la apertura del Parlamento británico por primera vez en seis décadas, pero hizo todo lo posible para no perderse su espectáculo favorito desde hace casi ochenta años, el Royal Windsor Horse Show. Y, además, con una aparición doble en solo tres días, después de delegar el primer día (11 de mayo) en su nieta, la princesa Beatriz, quien se vistió de punta en blanco para el preestreno de «A Gallop Through History» («Un galope a través de la historia»). El espectáculo organizado en el marco de la misma cita ecuestre para rendir homenaje a su reinado de setenta años. Acompañada de su esposo, Edoardo Mapelli, Beatriz desfiló por la alfombra roja unas horas antes de que su abuela acallara con su explosión de alegría todos los rumores sobre su salud durante el evento

Highland Class 64. La Reina llegó en su Range Rover con gafas de sol, los labios pintados de rosa y toda la ilusión del mundo para ver ganar a «Balmoral Leia», su poni de las tierras altas. Lo consiguió y, cuando le entregaron la copa, entre los vítores de la multitud, no podía estar más contenta.

Un ánimo que mantuvo también en la primera salida nocturna del año, para la que se vistió de fiesta y se rodeó de familia y de estrellas como Tom Cruise. Fue el domingo 15, por la noche, cuando asistió a la presentación de «Un galope a través de la historia», con el aplauso de los 5000 espectadores. Una gala muy especial que congregó 1300 artistas y 500 caballos que desfilaron sobre la arena, contando, en noventa minutos de espectáculo, la historia de Gran Bretaña. Desde Isabel I ( 1558- 1603), a quien dio vida sobre el escenario Helen Mirren, hasta Isabel II, quien también vivió con emoción el desfile de su nieta Lady Louise Mountbatten-windsor con el carruaje que perteneció a su abuelo, el príncipe Felipe de Edimburgo.