HABLAR con Blanca Paloma es una grata sorpresa. Con ella pasas de los cicloramas retroiluminados de Carlos Saura al arte abstracto que inspiran sus pendientes en una misma pregunta. De su yaya Carmen, la matriarca de la familia, «la artista de las sobremesas de los domingos», a su cuarto de la música de cuando era pequeña, en donde se agolpaban vinilos y casetes de Aretha Franklin, Elvis Presley o Lola Flores. Por eso, para ella, la música es un juego en el que, como una niña, se siente libre. También de códigos audiovisuales versus escenografía y figurinismo. De que, a los 17 años, cuando dejó la casa de sus padres para estudiar Bellas Artes, nunca más ha tenido tele en casa. Sí, han leído bien. De su labor investigativa del folclore del mundo, del asiático al latinoamericano, pasando por los martinetes andaluces, al «hit» discotequero «Euphoria», de la estrella sueca Loreen, quien, por cierto, ya la considera «su hermana musical», cuando esta cantante ilicitana aún sueña con poder sacar su primer disco. Ese que, una vez que amaine la tormenta en la que está metida, podrá grabar si Dios quiere. Porque, por ahora, no puede pensar en otra cosa: en subirse al escenario de ese torbellino de colores y banderas que es el festival de Eurovisión. Será el próximo 13 de mayo cuando su «Eaea» aparecerá en los televisores de más de 200 millones de personas de todo el mundo.

VÉRTIGO

¿Vértigo? «Qué fuerte, ¿eh?», suelta casi sin querer esta joven de 33 años, ganadora por unanimidad de jurado y espectadores del Benidorm Fest, en donde fue elegida representante de RTVE. Sin embargo, aun entendiendo la repercusión o la responsabilidad que podría suponer para ella ser la imagen de España en la pantalla y tener 400 millones de ojos sobre su melena en un moño tirante, Blanca argumenta: «¿Sabes qué me ocurre? Que no me da tiempo a ponerme nerviosa. Al contrario. Estoy en un momento de lucidez. Y de tranquilidad. Porque lo estoy viviendo desde el aprendizaje, pero de lo previo. Ese es el reto. Salir a cantar en Liverpool será el culmen de todo porque, sobre el escenario, yo ya sé que ahí la que manda soy yo. Pero, hasta entonces, tengo que ir aprendiendo y, mientras, proteger y cuidar la energía… Y, como dice mi madre, comer bien y descansar —se ríe— para poder abrazar todo lo que está viniendo. En un año, mi vida ha dado un vuelco tremendo: de casi el anonimato a un proyecto tan grande que quizás no vuelva a vivir en mi carrera. No puedo perderme ahora y, aunque estar allí, en Inglaterra, ya es ganar, tengo que aprovechar esta oportunidad que me brinda el cielo».

Porque Blanca Paloma recibe muchas fuerzas desde arriba. Aquí, en la Tierra, ya tiene una legión de seguidores, «los pichoners», convencidos de que su tema será «un palomazo», y luego está su yaya Carmen, desde las alturas, «el motor de todo lo que está pasando». ¿O es que pensaban

Desde los 17 años, en que salió de casa de sus padres para comenzar sus estudios de Bellas Artes, la cantante no ha tenido televisión, por eso, su forma de estar sobre un plató es más teatral que televisiva, nos cuenta

La hermana de la artista ilicitana es también cantante: Sara Ramos, quien también representó a España en la versión infantil de Eurovisión, Eurojunior

que los flecos de su vestuario eran un simple guiño flamenco? «Fue inspirador pensar en ella para la puesta en escena de la canción porque esa columna de flecos que me envuelve hace alusión al mantoncillo que ella llevaba anudado al pecho. Esa es mi zona de confort, ese lugar desde donde puedo cantar con intimidad para, después, salir con toda mi fuerza. La fuerza que he ido acumulando a lo largo de generaciones y generaciones de mujeres de mi familia. Mis ancestras». De ahí que Blanca Paloma crea en la universalidad de su propuesta. «Eaea» es una nana, «pero no para dormir criaturas, sino para despertar el amor. Es una invocación a ese vínculo que une a las madres con sus hijos, eso que existe antes incluso de tu existencia, un amor que va más allá, que lo puede todo».

Eso, por un lado, en lo conceptual, porque en lo musical…, ¿en Europa nos entenderán? Y a Blanca Paloma le divierte la pregunta. «Yo creo que me van a entender mejor fuera que aquí porque en España concebimos el flamenco de una manera y lo que se sale un poco de ahí nos extraña. Pero es que “Eaea” no es flamenco. O no lo es solo. También es folclore y música electrónica». De hecho, cuando le recordamos otras «intentonas» españolas que han jugado con los mismos palos, véase Remedios Amaya y su barca, ella no lo duda. «Yo me habría subido a su barca siempre. Ahora, yo voy a manejar otra». Pero también es que han pasado muchas cosas entre ambas propuestas. Una, por ejemplo, Rosalía, que, para la cantante, es «vanguardia».

DISTINTA

Ella, sin embargo, no es de ponerse calificativos. Le basta con considerarse «distinta». Y no le tiene miedo. A ir contracorriente ella le encuentra toda la gracia. Porque se ha hablado de que, quizás, la española hará algún cambio en el tema para hacerlo más «eurovisivo» y va a ser que no. «Hubo quien nos pedía que metiéramos un momento bailable, un “dance break”, pero nosotros hemos pensado en ir a la contra porque, oye, hasta ahora es lo que más nos ha funcionado». Y ¿por qué no? En su casa tiene a alguien que le habría dicho: «Te estás equivocando», porque ya sabe lo que es ir a Eurovisión. En realidad, a Eurojunior. Su hermana pequeña, Sara Ramos, cuando tenía nueve años, representó a España en la versión infantil de este concurso. «Es una maestra para mí. Y que yo haya cumplido su sueño es emocionante». ¿Algún consejo? «Con que sea fiel a mí misma ya es suficiente». Y es que, a la espera de cumplir su «misión» —ganar—, Blanca Paloma está cumpliendo todos los anhelos familiares. Por ahora, ¿el último? Conocer a los Reyes. Era el de su madre. «Ella lo predijo. Cuando era pequeña, me decía: “Blanca Paloma, siempre sabes cómo comportarte. Estoy segura de que sabrás sentarte junto a un Rey”. Y no sabes cómo se reía cuando le contaba el honor que tuve de conocer a don Felipe y doña Letizia».