HAY momentos que pasan una única vez en la vida y que quedan para siempre grabados en la memoria. Y Manuel Díaz y Manuel Benítez, «El Cordobés», acaban de vivir uno de ellos, como no podía ser de otra manera, celebrando juntos por primera vez el Día del Padre. Cabe recordar que, desde que escenificaran su primer encuentro y abrazo el pasado mes de febrero, ambos están compartiendo momentos inolvidables y no dudan en dejar de apoyarse en público el uno al otro. Hace solo unas semanas, el marido de Virginia Troconis no dudaba en acudir junto a su mujer y la menor de sus tres hijos, Triana, al acto de entrega a su padre de la Medalla de Andalucía.

Ahora, en esta temporada tan importante que comienza para él, puesto que es el año de su retirada de los ruedos coincidiendo con el trigésimo aniversario de su alternativa, ha sido su progenitor quien ha querido estar presente. «La verdad es que estoy muy feliz», afirmó Manuel Díaz, que, recientemente, confesaba que estar en los ruedos era lo que le había hecho poder recibir este reconocimiento de El Cordobés, al que ya llama cariñosamente «papá». «Todo pasa por algo y estoy convencido de que, si yo no estuviera toreando, no me habría juntado con mi padre», explicaba. Además, aseguraba que despedirse de los ruedos era una decisión que afrontaba con mucha ilusión y, por supuesto, con añoranza. «Este es el momento, ya he cerrado muchos ciclos de mi vida y me queda despe

dirme del toro delante del toro», aseguraba. El pasado sábado, 18 de marzo, comenzaba este adiós con el público entregado y un espectador de excepción, su padre. «Quiero que embista él al toro, sin más remedio. Aquí no hay que esperar al toro bueno: atacar a lo que salga», afirmaba El Cordobés. Acompañado de Virginia Troconis y su pareja, María de los Ángeles Quesada, Manuel Benítez siguió muy atento la corrida desde la barrera en la que su hijo le brindó uno de sus dos toros. Una jornada emocionante a la que no faltó su hermano, Julio Benítez, testigo también del triunfo de su hermano, que salió a hombros con sus compañeros de terna, Cayetano Rivera y el debutante Martín Morilla.

Tras una tarde muy especial, regresaron todos juntos al hotel, donde padre e hijo celebraron el gran triunfo y demostraron que están dispuestos a recuperar el tiempo perdido después de cincuenta y cuatro años de distanciamiento.

El veterano diestro no había visto nunca torear a su hijo, que le brindó uno de sus toros