cumbre de «glamour» en el olimpo de la moda

TODA persona que cae tiene alas», rezaba el «shopping bag» de Carlota Casiraghi, un verso de la alemana Ingeborg Bachmann, con el que la hija de Carolina de Mónaco volvía a demostrarnos cómo, haciendo malabarismos con la moda, ella es capaz siempre de trascender y salir victoriosa. Sucedía durante el desfile otoñoinvierno de «prêt-à-porter» de Chanel, cuando, con unos labios tan rojos como sus sandalias con plataforma y sin talón, la nieta de Grace Kelly daba una lección de estilo intrépido y, como es habitual en ella, chic. En el «front row» de la «maison» —de la que es embajadora— se encontraba con otra de sus musas, que, como ella, también ejerció de improvisada modelo y que, con las plumas de su «extramini», parecía decirnos algo muy parecido —con esfuerzo y carisma se puede volar alto—: la española Penélope Cruz.