HOLA

Entramos en «Etoile de Ciel», el fabuloso chalet alpino de la empresaria y financiera SOPHIE BONVIN en las mo

SOPHIE BONVIN EN LAS MONTAÑAS NEVADAS DE VERBIER

«Barry, mi pareja, lo construyó. Eligió el sitio perfecto, donde sentía que podía tocar la montaña. Subimos a esquiar caminando desde aquí»

SITUADA en un altiplano, la localidad suiza de Verbier brinda una impresionante panorámica de los Alpes y sus imponentes macizos, como el Gran Combin y el Mont Blanc. Es un paraíso de los deportes de invierno con sus 410 kilómetros de pistas. Un teleférico llega hasta la cima del Mont Fort, a 3.300 metros, y desde ahí se puede descender por una de las más bonitas de la cordillera. También es famosa la pista de trineos de diez kilómetros e inolvidables las excursiones con raquetas de nieve. Los chalets están revestidos de madera, tienen techos altos y grandes terrazas y sus interiores celebran el gusto moderno sin olvidar el entorno. Son casas con carácter y alma. «Etoile de ciel» es una de las casas mas bellas de Verbier, sus dueños son Sophie Bonvin y Barry Houghton. Sophie es una mujer repleta de energía, positiva optimista, ambiciosa e independiente, que detesta la rutina. Su vida ha sido un torbellino de experiencias en todo el mundo, que ha recorrido gracias a su trabajo. Nacida en Suiza, ha vivido en México, Miami, Perú y Singapur. Con una carrera en el mundo de las finanzas —es socia de una empresa de gestión patrimonial—, hace unos años decidió también abrazar el mundo de la moda lanzando su firma de lujo de bolsos y accesorios, The Collector.

—Sophie, has tenido una vida intensa, tanto personal como laboral y sentimental.

—Crecí en Suiza, en la montaña, en una estación de esquí que se llama Crans-montana. Desde niña me gustaba mucho la moda y pensé en estudiar diseño en Milán. Pero me di cuenta de que iba a ser muy difícil ganar dinero, porque en Suiza no hay muchas empresas del sector de la moda. En el colegio siempre se me habían dado bien los números y las matemáticas, así que me decidí por una carrera que me permitiera entrar en el sector financiero y estudié Economía en Ginebra.

—¿Cómo fueron tus comienzos?

—Empecé a trabajar en un banco suizo y se presentó la oportunidad de irme dos años a Estados Unidos, a Miami, para lo que debía hablar español. Así que pasé tres meses en México, en Cuernavaca, en una escuela, y descubrí el mundo latino, que me fascinó. Me encantó lo alegre y hospitalaria que es la gente, disfruta de la vida. Tras los dos años que pasé en Miami, que fueron maravillosos, en la época en que la ciudad comenzó a desarrollarse, pedí un traslado y trabajé tres años para el mismo banco en Perú. Fue también una experiencia de vida increíble. Allí, que hay tanta diferencia en la distribución de la riqueza,

aprendí que tenía que hacer algo para ayudar a los demás. Pasé también un tiempo en Singapur estudiando en la famosa Universidad INSEAD, especializada en Management. Fue interesante conocer la cultura asiática, tan diferente.

—¿Y después de tanto viajar por el mundo regresaste a Suiza?

—Volví a Suiza y me encargué, en el mismo banco, de varios países de Sudamérica durante un par de años. Después, un amigo al que conocí cuando vivía en Miami comenzó a montar la empresa Euro Capital Advisors y me pidió que me asociara con él. Abrí la oficina en Suiza y nos dedicamos a gestión patrimonial y «family office», principalmente en Sudamérica y también en Europa. Estar fuera de una gran empresa me ha dado mucha más independencia, la oportunidad de hacer cosas creativas y no depender tanto de la política.

—Hablando de creatividad, sin duda tienes un estilo original, ¿cómo empezaste como directora artística de tu propia línea de bolsos y complementos?

—Siempre me ha gustado el arte en general, voy a las ferias de Art Basel de Miami y de Basilea, sigo las subastas y tengo todo un grupo de amigas que están en el mismo sector y siempre nos reunimos cuando se celebra la Bienal de Venecia, por ejemplo, u otras ferias. Mi otra pasión

«Hay una vidriera enorme de tres metros y parece que puedes tocar los árboles. La idea es que fuera una casa grande para tener varios invitados a la vez, pero que se sienta muy acogedora aunque no haya tanta gente»

es la moda y fundé con una amiga arquitecta la marca The Collector, hace seis años; después ella se retiró y ahora es cien por cien mía. Hacemos piezas únicas en colaboración con artistas, de ahí el nombre: son piezas para coleccionar y guardar toda la vida. Lo que más me fascina es cómo mezclar las pieles, las texturas y los materiales para crear algo muy lujoso y especial.

—Barry y tú sois pareja desde hace quince años y pronto os casaréis, ¿cómo os conocisteis?

—No tengo hijos y llevo con la misma pareja hace ahora quince años. Barry es inglés, lo conocí a través de una amiga que nos presentó. Fue muy gracioso. Ella era relaciones públicas de Roussel Coutts, uno de los campeones del America’s Cup. Mi pareja es un apasionado del mar y participaba en muchas regatas. En una ocasión en la que ella iba en el barco le dijo: «Seguro que conoces a alguien a quien me puedas presentar», y ella le contestó: «Sí, conozco a la mujer perfecta». Como organiza también eventos de arte en Ginebra,

«Las obras de arte vinieron poco a poco, algunas se han realizado a medida. Siempre me ha gustado el arte en general, voy a las ferias de Art Basel de Miami y de Basilea y sigo las subastas»

le invitó, me invitó y así nos conocimos. Aunque fue el día del «crash» del mercado financiero en dos mil ocho, definitivamente, no era el mejor momento. Más tarde, me invitó a Mónaco y me sorprendió con una visita al acuario, donde yo no había estado nunca, a pesar de haber visitado el principado millones de veces. Me di cuenta de que era un apasionado del mar y fue muy bonito. Lo que me enamoró de él es lo sociable que es, cómo trata a la gente, a sus amigos y también a sus empleados. Tiene un lado muy humano y sensible que me encanta.

—¿Cuándo se construyó esta casa y con qué concepto?

—Barry es la persona que ha construido este chalet. Él se dedicaba a los negocios de telecomunicaciones, tenía una empresa muy importante en Inglaterra que al final vendió. Como quería disfrutar de la vida y le encantan los deportes, comenzó a venir a Verbier, empezó construyendo unos chalets y eso se convirtió en un negocio más importante. Para levantar este, eligió el sitio perfecto, donde él sentía que podía tocar la montaña. La vista que tenemos es impresionante y abierta desde todos lo lados de la casa. También es ideal su ubicación, podemos subir a esquiar caminando desde aquí. Se hizo al estilo de los chalets de Verbier, que tienen un poco aire a granja, con mucha madera y mucho volumen. Se usaron materiales naturales de la zona y se recuperó madera de otros chalets antiguos que se habían tirado abajo tanto para exteriores como interiores. También usamos rocas y piedras de aquí, por ejemplo, en el aseo de visita, el lavabo está hecho de una sola pieza de roca que pesa unos sesenta kilos. Hay muchos muebles realizados a medida, como el del comedor, la mesa del pasillo y toda la estructura, que son de madera antigua. La chimenea también es de roca, una pieza que mide tres metros de altura: es pizarra de Francia, de Pierre D’ardoise.

«Tenemos cuatro habitaciones de invitados, todos del mismo estilo bastante neutral; piscina, y un gimnasio. El dormitorio principal —en el último piso— es como un “loft” todo abierto y se puede disfrutar también de la vista»

Cóctel De Noticias

es-es

2023-02-01T08:00:00.0000000Z

2023-02-01T08:00:00.0000000Z

https://digital.hola.com/article/281530820164475

Hola SL