EL viernes a primera hora, unas complicaciones deri

vadas de la agresiva diabetes que, desde hacía meses, tenían a Bernardo Pantoja postrado en la cama del hospital universitario Virgen del Rocío, de Sevilla, se llevaron consigo al hermano de Isabel y padre de Anabel Pantoja. Bernardo fallecía tristemente y sus restos mortales eran trasladados al tanatorio de Alcalá de Guadaira, donde sería incinerado al día siguiente. La familia vivía entonces uno momentos confusos y dificilísimos, no exentos tampoco de tensión, de falta de entendimiento e, incluso, de enfrentamiento, que no quedaron ocultos para las cámaras de televisión. Anabel, su hija, había viajado el miércoles desde Madrid ante la alerta de un empeoramiento del estado de salud de su padre y, acompañada por su madre, Merchi, no se separó de él ni un instante. Visiblemente abatida, compareció ante los medios para agradecer las muestras de apoyo y cariño de sus compañeros y amigos, mientras su tía Isabel Pantoja se quedaba a los pies de la cama de su hermano. Sin embargo, esta situación no ha sido del todo bien entendida por todos los integrantes de la familia, dado que Junco, la segunda mujer de Bernardo Pantoja, dijo haberse sentido desplazada por la familia. Una acusación que secundó también la cuidadora del fallecido y Magdalena Clavero, tía de los hermanos Pantoja, quien, después de denunciar que no le habían permitido despedirse de Bernardo, se desmayó ante el estupor general y un ataque de ansiedad a Merchi. Al tiempo, Isabel Pantoja y sus dos hijos, Kiko e Isa, espaciaron sus visitas a su tío desaparecido para no coincidir en ningún caso ni en el hospital ni en el tanatorio, donde sí, sin embargo, se pudo fotografiar a Belén Esteban, José Antonio León y Sylvia Pantoja, con quien la relación también es tirante.