HOLA

BERTÍN OSBORNE nos recibe en su casa del campo sevillano, nos habla de su nueva vida y nos descubre su lado m

Su familia, el amor, su día hoy, dos años después de su separación, y su sorprendente transformación física tras perder diez kilos

NUNCA deja de sorprender. Po

lifacético, inquieto, incansable, Bertín Osborne mantiene la ilusión del primer día. Ha cumplido más de cuatro décadas de carrera —cuarenta y un años, para se exactos— y sesenta y ocho son las velas que soplará en unos días, aunque parezca mentira. Y más ahora, que «estoy como hace treinta», nos dice entre risas en su casa de Sevilla, su paraíso en el campo. Su refugio del guerrero. Entre música, televisión, giras, discos, empresas y otros tantos quehaceres, cuando está allí, Bertín disfruta de su soledad. Ha aprendido a convivir consigo mismo otra vez y, dos años después de su separación de Fabiola, asegura haber aprendido de algunos errores y vivir tranquilo y relajado. Con él hablamos de su nueva vida, de sus ilusiones e inquietudes, del amor, la familia y de sus nuevos proyectos, una nueva gira para el próximo año y un programa de televisión con el que promete sorprender. —¿En qué momento de tu vida te encuentras?

—Estoy en un momento de vida muy relajado, el más tranquilo, probablemente, desde que recuerdo. Quizás estar solo me ha dado otra perspectiva. Vivir solo me ha hecho, pues, a lo mejor, estar más a gusto conmigo mismo; tengo más tiempo para leer, para escuchar música, para estar relajado, para ocuparme de las cosas cotidianas de mi casa, mis animales… No sé, la verdad es que estoy mucho más tranquilo que otros años y lo estoy disfrutando mucho. Siempre he sido una persona un poco solitaria, de andar a mi aire, tanto aquí como cuando viví fuera de España. No soy de los que necesito estar acompañado perennemente, lo disfruto muchísimo y ocupo mi tiempo en cosas que de verdad me interesan. —¿Eso es lo que más valoras ahora mismo?

—Sí, probablemente lo que más valoro ahora mismo es poder vivir a mi aire. Yo tengo mis responsabilidades con mi familia, que, además, las asumo encantado, pero ahora tengo mucha libertad para decidir sobre mis actividades y mi destino.

—Los últimos tiempos también han sido de aprendizaje personal por tu separación. ¿En qué has cambiado en estos dos años?

—No he cambiado mucho en estos dos años de separación. He aprendido de algunos errores, pero soy el mismo. He aprendido, otra vez, después de muchos años, a convivir conmigo mismo y la verdad es que lo disfruto, no me ha costado ningún trabajo, estoy comodísimo. Y he aprendido que lo paso bien estando solo, que disfruto las horas, los momentos y los días que me encierro aquí en el campo.

— ¿ Cómo es ahora el nuevo Bertín?

—No hay nuevo Bertín He sido el mismo desde que empecé a cantar hasta el día de hoy. A mí no me han cambiado ni las circunstancias ni las situaciones ni nada en la vida. Lo que ves que soy lo he sido así siempre. —Físicamente, sí has cambiado en los últimos meses.

—Me lo propuse hace cuatro o cinco meses y la verdad es que he dado un cambio enorme. Me ha costado mi trabajo al principio, ahora no me cuesta absolutamente nada mantenerlo. Hacer ejercicio todos los días de una forma ordenada y metódica y cuidar la alimentación es algo que para mí es ya un hábito. Adelgacé diez kilos y me mantengo. Al principio, es un tema de fuerza de voluntad y, ahora, ya es un tema de hábito. Llega un momento en la vida que vas cumpliendo años y no te puedes dejar ir. Yo ahora mismo estoy como hace treinta. Y no es tan difícil ni tan complicado, es cuestión de proponérselo y eso es salud, eso es bienestar y eso es satisfacción personal. —El boxeo también te ha ayudado.

— Sí. Yo he boxeado casi diez años. Cuando tenía diecisiete empecé dando clases, y mi padre me llevaba al gimnasio de Joaquín Díaz, que era un olímpico del equipo español de boxeo. Lo dejé por distintas circunstancias y ahora lo he retomado y creo que es lo mejor que he hecho, porque me ha cambiado muchísimo el físico. Estar mejor me ha dado mucha más agilidad para seguir jugando al pádel, por ejemplo. Y para todo, en realidad. Cuando subes y bajas cuatro veces por la mañana de un caballo, pues a la tercera te empieza costar… Y para aguantar en el escenario. Años atrás, terminaba los conciertos cansado, ahora puedo hacer dos seguidos. EL FUTURO

—¿Cómo están tus hijos Kike y Carlos? ¿Los echas de menos en el día a día?

—Mis hijos están muy bien. Evidentemente, los echo de menos, pero tampoco me da mucho tiempo porque los veo constantemente, todas las semanas. Voy a Madrid a verlos un par de días a la semana, ellos vienen aquí a casa… Tenemos una relación fluida y fantástica. La misma que tengo con Fabiola. Ella siempre me ha dicho que esté con los niños cuando quiera y eso es una maravilla.

—¿Te preocupa el futuro de tus hijos con la situación actual que vivimos?

—Evidentemente, me preocupa. Eso es lo que nos debe preocupar a cualquier padre. En mi caso, además, con el añadido de que Kike es

la preocupación mayor que he tenido y que voy a tener en mi vida. De verdad que a mí se me nubla la vista cuando tengo que pensar en el día de mañana. Por Carlitos, no tengo ninguna preocupación, es más listo que el hambre y va a tener, seguro, una vida estupenda porque él se la va a saber buscar, estoy convencido.

Kike, sin embargo, no, y esa es una preocupación que tenemos tanto

Fabiola como yo. Tengo otros casos cercanos en los que he visto la soledad de nuestros niños. Cuando ya crecen y son mayores, la gente no está tan pendiente de ellos. De verdad que eso me quita el sueño y me hace vivir en algunos momentos con una intranquilidad terrible. Por eso, mi principal objetivo en esta vida es asegurarme de que el futuro de mi hijo Kike va a ser bonito y agradable y que él va a disfrutar de la vida cuando su madre y yo no estemos. —¿Sigue Kike progresando poco a poco?

—Kike sigue progresando muy poco a poco. La lesión cerebral es una enfermedad muy puñetera, porque, si no progresas, vas para atrás. Esto no tiene término medio. Kike no ha ido para atrás nunca, mejora un poco en su capacidad de comunicación, de decir palabras, de expresarse y está superconectado. Nosotros le estimulamos absolutamente, tanto Fabiola, cuando está con ella, con la terapia, y, luego, cuando está conmigo, estamos todo el día haciendo cosas para que en un momento dado se divierta, se excite, se cabree… Todas esas cosas son muy buenas porque lo mantienen absolutamente conectado. O sea que, en ese aspecto, sí que está estupendo.

— En breve, cumplirá dieciséis años, ¿ te impresiona verlo tan mayor?

—Efectivamente, cumple dieciséis años en dos o tres meses. No es que me impresione verlo tan mayor, me impacta verlo tan mayor. Sobre todo, porque ha pegado un estirón, como su hermano, y se ha puesto enorme. Lo cual también añade problemas, porque no es fácil mover a un niño de este tamaño, pero bueno, si le ayudas, él se pone de pie, con lo cual facilita un poco el moverlo.

— Fabiola y tú sois, ante todo, unos padres luchadores, ¿cómo han sido estos dieciséis años al pie del cañón?

—Estos dieciséis años al pie del cañón son los primeros dieciséis de otros dieciséis y otros dieciséis más. Como decía, aquí no se puede bajar la guardia y en ningún momento abandonar o dejarle a su aire, no. Hay que estar encima y hay que estar trabajando con él muchísimo. Así que han sido dieciséis años de lucha, de pelea, de sinsabores y de alegrías fantásticas.

«No he cambiado mu

cho en estos dos

años, soy el mismo.

He aprendido de algu

nos errores y, de nue

vo, a convivir conmi

go mismo y la verdad

es que lo disfruto»

«Me propuse ponerme

en forma hace cuatro

o cinco meses. Adelgacé diez kilos y me mantengo. Al principio es un tema de fuerza de voluntad y ahora ya es un tema de hábito»

« Echo de menos a Kike y a Carlos, pero tampoco me da mucho tiempo, porque los veo todas las semanas. Tenemos una relación fluida y fantástica. La misma que

tengo con Fabiola»

« Deseo que Fabiola sea la mujer más feliz del mundo porque se lo merece. Y me encantaría que lo fuera, sola o acompañada. Yo soy feliz solo. Si ella quiere ser feliz acompañada, también se lo aplaudiré»

—¿Carlos está también muy pendiente de su hermano?

—Carlos es un tío estupendo, magnífico. Él está pendiente de su hermano, sabe perfectamente todo lo que pasa con él y procura ayudarlo. Claro, hay que entender también que Carlitos está en crecimiento, ya es un adolescente y ahora tiene otro tipo de inquietudes, algo normal. Pero él está pendiente y ayuda a su hermano siempre que puede.

— Por cierto, canta y baila muy bien. ¿Ves posibilidad de que siga tus pasos?

—He procurado que aprendiera a tocar el piano, en eso me puse pesado, pero he tirado la toalla, no puedes obligar a un niño porque al final hará lo que le de la gana. Mi ilusión era que fuera un pianista maravilloso, que podría serlo porque tiene unas condiciones fantásticas, pero a lo de cantar y demás no le doy ninguna importancia porque creo que es una anécdota y espero que se quede en eso, la verdad.

—En verano, lo llevasteis a un campamento militar. ¿Fue bien?

—Llevarlo a un campamento militar en verano se le ocurrió a su madre, no a mí, pero me pareció una buena idea que pasara un par de semanas o tres aprendiendo disciplina, valores… Yo hice el servicio militar, a mí me parece que era algo estupendo que se debería seguir haciendo. Él tuvo momentos buenos, momentos malos… En un momento dado, me dijo que quería volver el año que viene, luego creo que ha decidido que no. Pero bueno, es una experiencia y, según me dijo él, ha sido buena.

—Fabiola sigue siendo el alma de vuestra fundación, ¿qué habéis logrado en estos años desde su creación?

«Kike es la preocupación mayor que he tenido y que voy a tener en mi vida. De verdad que se me nubla la vista cuando tengo que pensar en el día de

mañana»

—Efectivamente, es el alma de la fundación. Ella está en primera persona ocupándose diariamente y ha creado todo su equipo. La verdad es que hemos pasado la quina con la pandemia, como todo el mundo. Si nosotros, como fundación, tenemos que ayudar a familias que tienen niños con lesiones cerebrales como el mío, será porque no hay nadie que ayude, oriente o explique las cosas que nosotros les enseñamos. Fabiola se ocupa de eso. Ese fue nuestro interés, nuestra idea y nuestro reto cuando empezamos hace doce años y podemos estar contentos y Fabiola, superorgullosa, porque hemos ayudado a más de dos mil familias y eso se hace con mucho esfuerzo, mucho trabajo y mucha ilusión, que es lo que ella le pone todos los días.

—¿Cómo es actualmente vuestra relación?

— Nuestra relación es fantástica. Hablamos, si no es todos los días, casi. Y de cualquier tema. Estamos pendientes no solo de lo que pasa en casa, sino de muchas otras cosas.

OTRO MOMENTO

—¿Te has arrepentido en algún momento de la separación?

—Arrepentirme, no, yo creo que hemos cubierto una etapa en nuestra vida en la que hemos tenido mucha felicidad, hemos vivido estupendamente juntos, hemos tenido dos niños fantásticos, hemos pasado por muchos trances que nos han unido mucho. Algunos nos han separado, pero son muchos más los que nos han unido. Ahora estamos viviendo otro momento y yo creo que los dos estamos cómodos y bien.

—Antes hablábamos de que estás cómodo en la soledad, pero ¿te gustaría volver a enamorarte?

—Volver a enamorarme ni me lo planteo siquiera. Ahora mismo no tengo ni necesidad ni ningún interés. El interés es cero, entonces, bueno, cuando tú estás cerrado así y, además, por convicción, pues lo normal es que no ocurra.

—No digas: «De esta agua no beberé», que la vida te da sorpresas y en el momento más inesperado puede aparecer el amor.

— « De esta agua no beberé » , no puedes decir, pero mi intención es, desde luego, que eso no ocurra y tampoco doy oportunidades para que así sea. Así que va a ser bastante complicado.

—Fabiola comentaba recientemente que le habían «robado» un beso. ¿Qué piensas cuando ves que podría rehacer su vida?

—Deseo que Fabiola sea la mujer más feliz del mundo porque se lo merece. Y me encantaría que fuera feliz sola o acompañada. Ella decidirá cómo quiere serlo. Yo te digo que yo soy feliz solo —ríe—. Si ella quiere ser feliz acompañada, también se lo

«Claro que pensé que algún día iba a ser abuelo de muchos nietos, estaba convencido. ¡Siete me parecen pocos, espero que alguno más acabe apa

reciendo!» —ríe—

aplaudiré y le deseo absolutamente lo mejor, de verdad. —¿La familia es tu mayor logro?

—Creo que la familia es el mayor logro de cualquier ser humano. Lo que hay que saber es mantenerla unida y sana. Por eso hay que cuidarla. Se me rompe el corazón cuando veo familias, en algunos casos, muy cercanas, con los hijos enfrentados, los hermanos peleados… Eso me parece terrible y, desde luego, no lo quiero para la mía. No creo que vaya a pasar, pero es un tema que sí me preocupa. —¿Con tus hijas te ves a menudo?

—Sí. Veo más a Alejandra y a Eugenia, a Claudia menos. Me gustaría verla mucho más, pero entiendo que se ha casado hace poco y acaba de ser madre. Se me cae la baba de ver a mi niña pequeña con su hija, que por cierto es una preciosidad. Con mi nieta se me caerá un poquito más adelante, porque no soy mucho de bebés, prefiero cuando son un poco más personas. —¿Pensaste que algún día llegarías a ser abuelo de siete nietos?

—Claro que pensé que algún día iba a ser abuelo de muchos nietos, estaba convencido, porque en mi familia no existe esto de tener pocos hijos. ¡Siete me parecen pocos, espero que alguno más acabe apareciendo! —Ríe—.

—¿Saben quién es su abuelo en la música, en la televisión? ¿Te siguen?

— Los mayores y los medianos saben perfectamente quién es su abuelo, sí. Y lo disfrutan y se divierten mucho. Además, lo paso fenomenal con todos ellos, son tan cariñosos, tan divertidos y tan simpáticos que los disfruto una barbaridad.

—Después de cuarenta y un años en la música, ¿qué te gustaría hacer que no hayas hecho hasta ahora?

—He hecho un poco de todo, he cantado muchos tipos de música distintos. Me apetece y me pone mucho lo que voy a hacer este año: una gira por varios países y disfrutar haciendo dos horas de escenario con un amigo, Chico Castillo, de Gipsy Kings, con el que me lo paso muy bien. Vamos a grabar ahora juntos y a partir de marzo empezamos a viajar por todo el mundo. La gira se llama «RR, Rumbas y Rancheras».

«Yo he boxeado casi diez años, pero lo dejé. Y ahora lo he vuelto a retomar y creo que es lo mejor que he hecho, porque me ha cambiado muchísimo el físico»

—¿Y qué te sigue seduciendo de la televisión, un medio en el que te mueves como pez en el agua, pero en el que siempre hay que estar reinventándose?

—He tenido la suerte de estar en los dos mundos, la música y la televisión, y hay que reinventarse en esta profesión en general. Y en televisión, menos informativos — ríe—, he hecho también prácticamente de todo. Me sigue divirtiendo porque me siguen respetando en este aspecto de hacer, digamos, lo que me gusta. Es decir, continuar trabajando prácticamente sin guion y dando mi toque personal.

—Una persona tan inquieta como tú seguro que tiene más cosas en el tintero.

—[Ríe.] Sí. Sigo en Canal Sur y Telemadrid y, al mismo tiempo, tengo un proyecto importante de televisión para principios del año que viene. Aún no puedo desvelar los detalles, pero puedo decir que va a ser bastante sorprendente y muy especial. —¿Qué buscas a estas alturas de tu vida?

—Por encima de todo, tener la tranquilidad de que mi hijo Kike va a estar bien. Eso es en realidad lo único que busco, porque lo demás ya lo he encontrado. Mis hijos son fantásticos, se llevan todos divinamente entre ellos. Creo que he hecho de mi vida lo que he querido hacer y he conseguido lo que he querido conseguir. Aunque todavía estoy en el proceso y el camino de conseguir muchas otras cosas, porque estoy superactivo y lo voy a estar mucho tiempo.

—¿Sigues teniendo la misma ilusión del principio? —Sigo teniendo la misma ilusión del principio. Hay días en los que a lo mejor estoy más cansado que otros porque no he parado ni ralentizado en ningún momento el ritmo de vida, sigo teniendo el mismo que con veintiocho. Pero no me importa, porque la ilusión por hacer las cosas que hago es infinitamente mayor que mi cansancio. De manera que estoy ahí, no voy a parar. —¿De qué te sientes más orgulloso hoy y por qué?

—Probablemente, mi mejor virtud es la empatía que consigo con los demás. Creo que ser una persona empática es fundamental en la vida y yo eso lo he cuidado mucho, no me cuesta ningún esfuerzo porque entiendo perfectamente a los demás. Disculpo bastante los errores ajenos; los míos, menos, sin embargo.

—Hablando de la empatía, seguro que te lo han propuesto… ¿Nunca has pensado en meterte en política?

—[Ríe.] Unas veces más en serio que otras, pero sí me lo han propuesto en varias ocasiones y siempre he dicho que no por motivos diversos. No creo que fuera un buen político porque a mí se me ven las costuras enseguida. Si tengo que mentir, o no mentir, digamos, disimular…, no sirvo para eso, no soy político, entre comillas. No puedo serlo, no lo he sido nunca y no lo sería, aunque de verdad tuviera un cargo importante. Y cambiaría demasiadas cosas, tantas que probablemente sería una catástrofe nacional —ríe—, pero lo he pensado muchas veces. En «Vas cumpliendo años y llega un momento en que no te puedes dejar ir. Yo ahora mismo estoy como hace treinta. Y no es tan difícil ni tan complicado, es cuestión de proponérselo. Y eso es salud, bienestar y satisfacción personal», comenta Bertín, que, con deporte y cuidando la alimentación, está

en plena forma

«Lo que más valoro ahora mismo es poder vivir a mi aire. Tengo mis responsabilidades con mi familia, que, además, las asumo encantado, pero ahora tengo mucha libertad para decidir sobre mis actividades y

mi destino» «Tengo un proyecto importante de televisión para principios del año que viene. Aún no puedo desvelar los detalles, pero puedo decir que va a ser bastante sorprendente y

muy especial»

«Carlitos es más listo que el hambre y va a tener, seguro, una vida estupenda, porque él se la va a saber buscar, estoy

convencido»

fin, nunca ha sido el momento ni creo que lo será.

—Como persona comprometida con su tiempo, ¿cuál es tu mayor anhelo?

—Francamente, el acabar con las hostilidades. Como te decía antes, creo que la empatía es la mayor virtud. Me encantaría que hubiera empatía entre personas de distintos partidos, de distintas ideologías, que pudieran sentarse a hablar y que de verdad los conflictos en ese aspecto se acabaran.

—¿Qué mundo querrías para tus hijos?

— El mundo que quisiera para ellos es el que no hay ahora mismo. No sé qué habrá dentro de treinta años, pero nos estamos cargando la Naturaleza a pasos agigantados, no existe la estabilidad global… No sé el mundo que van a vivir nuestros hijos y, desde luego, nuestros nietos creo que aún peor. En este caso, además, tampoco te sirve el consuelo de que «yo no lo veré», porque lo verán ellos y eso es suficiente para estar preocupado.

—Estamos ya a punto de terminar este año. ¿Qué balance haces de dos mil veintidós?

«Podemos estar contentos y Fabiola, superorgullosa, porque con la fundación hemos ayudado a más de dos mil familias y eso se hace con mucho esfuerzo, trabajo e ilusión, que es lo

que ella le pone todos los días»

— Creo que dos mil veintidós ha sido un año muy raro en todos los sentidos. El post- COVID ha cogido con el paso cambiado a muchísimos sectores, empresas y negocios. Los autónomos hemos pasado la quina; los agricultores, también. Aquí hay carencias de todo tipo. Lo considero un año rarísimo y malísimo. Encima hemos tenido la guerra de Ucrania, del loco este de Putin… En fin, espero que dos mil veintitrés sea mejor, porque vamos, solo nos faltaría que fuera la cosa a peor, sería una catástrofe.

—¿Cómo será tu Navidad, os reuniréis en familia como siempre?

—Pues todavía no hemos hablado Fabiola y yo de qué vamos a hacer en Navidades. No sé exactamente lo que haremos, pero, por supuesto, estaremos la familia reunida.

Coctel De Noticias

es-es

2022-11-30T08:00:00.0000000Z

2022-11-30T08:00:00.0000000Z

https://digital.hola.com/article/281900187227068

Hola SL