HOLA

Entramos «HARAS DU QUESNAY», un fabuloso castillo de cuento y legendaria yeguada en Normandía

«Para mí sería un sueño casarme aquí, como mis abuelos y mis padres», nos confiesa Inés, que sale con el defensa del Real Madrid Álvaro Odriozola

Inés Laffón, hija del laureado entrenador de caballos de carreras Carlos Laffón Parias, nos recibe en la propiedad en la que su familia materna se dedi

ca a la cría de purasangres

« Mi bisabuelo Alec Head está considerado uno de los mejores criadores franceses de todos los

tiempos»

seis kilómetros de la cinematoA

gráfica ciudad de Deauville y muy cerca de las playas donde se produjo el histórico desembarco de Normandía, se encuentra «Haras du Quesnay». Esta magnífica finca, de 180 hectáreas, es conocida por albergar una de las yeguadas de purasangres más prestigiosas del mundo, además de un castillo que nada tiene que envidiar a los de los cuentos.

El castillo y todo lo que le rodea fue construido en 1907 por William Kissam Vanderbilt, un inversor americano que quería formar una cuadra de caballos de carreras en Francia. A su muerte, en 1920, otro estadounidense, Arthur Kingsley Macomber, reanudó la tarea y, en 1958, pasó a manos de los Head, los antepasados de nuestra anfitriona: Inés Laffón. Inés nació y se crio en Francia y hoy reside en Madrid junto a su pareja, Álvaro Odriozola, defensa del Real Madrid. El futbolista donostiarra también es un apasionado de los caballos de carreras, de hecho, es el propietario de Cuadra Bernar

«Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército alemán tomó el castillo. Los 110 “boxes” que ahora albergan a las yeguas madres y los potros recién nacidos eran celdas para

los prisioneros de los nazis»

do, a la que nombró así en honor a su abuelo fallecido, del que heredó su pasión por el «turf».

Inés pertenece a una conocida familia sevillana —es prima hermana de Rocío Laffón, «Rochi», muy popular por su amistad con Victoria de Marichalar—, pero presume de su intrincado árbol genealógico: «Tengo una mezcla de nacionalidades muy peculiar. La familia de mi padre, Carlos Laffón Parias, es de Sevilla, pero él se crio en Madrid. Mi madre, Patricia Lomba Head, nació en Madrid también: su padre es madrileño, pero su madre es francesa. Lo curioso es que mi bisabuelo es inglés y mi bisabuela, belga», nos cuenta la joven, vinculada al mundo ecuestre también por ambas ramas de su familia. «El mundo del caballo unió a mis padres. Mi padre siempre quiso ser entrenador de caballos y empezó siendo “gentleman rider” (jinete de carreras aficionado) en Madrid, donde conoció a mi madre, con la suerte de que mi abuela, la primera mujer entrenadora de caballos, estaba afincada en Francia y le dio la oportunidad de trabajar con ella para aprender el oficio. De esta forma, mi padre se convirtió en entrenador afincado en París, y de esa unión nacimos mis dos hermanos y yo».

—Inés, ¿desde cuándo pertenece esta propiedad a tu familia?

—Mi bisabuelo Alec Head, su hermano y su padre compraron «Quesnay» en mil novecientos cincuenta y ocho, después de la guerra. Su padre, cuando vio el tamaño y la restauración que requería debido a la guerra, le dijo que era una locura y que los arruinaría. Pero, tras un año de obras, acondicionamiento, buena inversión y, sobre todo, el talento de mi bisabuelo, en mil novecientos cincuenta y nueve, trajeron el primer semental a la finca. Mi bisabuelo tuvo una visión y fue pionero en la compra de sangres americanas en subastas de caballos en Estados Unidos; está considerado como uno de los mejores criadores franceses de todos los tiempos. Creó un imperio cabalístico de la nada gracias a su talento, visión y conexión con los caballos de carreras.

— Has mencionado la Segunda Guerra Mundial. ¿ Cómo afectó la ocupación a la propiedad?

—Deauville está muy cerca de las playas en las que ya casi al final de la Segunda Guerra Mundial se produjo el famoso desembarco en Normandía, y la yeguada jugó un papel muy importante en el conflicto, ya que se convirtió en la guarida del alto mando nazi. El ejército alemán tomó el castillo y fue sede de la septingentésima décima primera división de infantería, comandada por el teniente general Josef Reichert y el general Erwin Rommel. Lo pintaron de verde y lo camuflaron convenientemente para no ser vistos por los aviones. Los ciento diez «boxes» que ahora albergan a las yeguas madres y a los potros recién nacidos, durante la guerra, eran celdas para los prisioneros de los nazis.

—Sí, mi bisabuelo y su familia cambiaron planos, armas y cascos por libros, catálogos de venta y todo lo que uno necesita para criar un caballo de carreras.

—La verdad es que impresiona. —¿Qué recuerdos tienes de tu infancia aquí?

—Es un lugar muy especial, ya que mi familia vive dispersa por el mundo y «Quesnay» siempre ha sido el lugar donde mis bisabuelos nos han reuni«En la época de la ocupación alemana, el castillo fue sede de la 711 división de infantería, comandada por el teniente general Josef Reichert y el general Erwin Rommel. Lo pintaron de verde y lo camuflaron convenientemente para no ser vistos por los aviones», relata Inés (a la que vemos sobre estas líneas, con su perro). A la izquierda, dos detalles del interior del castillo y, a la dere

cha, la vista del estanque desde una de las torres

« Mi abuela materna, la primera mujer entrenadora de caballos, estaba afincada en Francia y dio la oportunidad a mi padre de trabajar con ella para aprender el

oficio»

do a todos para pasar los veranos juntos. Lo mejor era subirse al tractor de mi bisabuelo e ir prado a prado viendo los caballos y las vacas y escucharle hablar de ellos con tanta pasión. Ademas, todos mis primos y yo montábamos en ponis y nos recorríamos toda la yeguada trotando y galopando sin parar. Son recuerdos que no tienen precio y es algo que jamás olvidaré.

— ¿ Vienes a menudo a esta casa?

—Cuando vivía en Francia venía mucho los fines de semana y entre julio y octubre pasábamos temporadas más largas. Cuando me mudé a Madrid venía un poco menos, pero ahora que mi novio comparte la afición de los caballos intentamos venir siempre que tiene un par de días libres. —Imagino que a Álvaro le encantará venir contigo a este lugar.

—Álvaro tiene una pasión y un amor por el caballo muy difícil de explicar; es un enamorado del caballo como animal y, por supuesto, de las carreras en particular. Cuando viene aquí, dice que viene al

Disneyland de los caballos… Imagínate lo que significa este lugar para nosotros, es simplemente mágico. Aquí desaparece toda la presión que tiene durante la temporada y cogemos muchas fuerzas.

—¿Cómo os conocisteis? Como a tus padres, ¿fue el mundo de los caballos lo que os hizo conectar?

—La nuestra es una historia peculiar y muy graciosa. Como Álvaro es un apasionado de las carreras de caballos, la mayoría de su tiempo libre lo dedica a viajar a ver carreras en Francia, Inglaterra e Irlanda. Cada año, el primer fin de semana de octubre, se celebra la carrera más importante del mundo en París, el Premio Arco del Triunfo, que reúne a los mejores purasangres del mundo. Como no podía ser de otra manera, Álvaro estaba allí para verlo con toda su familia y, por supuesto, allí estaba yo, ya que normalmente mi padre siempre tiene uno o dos corredores a lo largo del día. Por lo visto, Álvaro se fijó en mí aquel día y dio la casualidad de que, al día siguiente del evento, Álvaro fue a vi

« “Quesnay” siempre ha sido el lugar donde mis bisabuelos nos han reunido a todos para pasar los veranos juntos. Cuando vivía en Francia, siempre venía los fines de semana también»

sitar la cuadra de mi padre en Chantilly con un amigo común. Al darse cuenta de que yo estaba trabajando en Madrid, a los dos días, organizaron una cena en la que conocí por primera vez a Álvaro. Yo ni siquiera sabía quién era, pero ¡bendita pasión la de los caballos, que fue la que nos unió!

—¿Te gusta el fútbol? ¿Eres seguidora de algún equipo?

—La verdad, antes de conocer a Álvaro no sabía absolutamente nada de fútbol, pero, al vivir su día a día, le he ido cogiendo el gusto y he ido aprendiendo más y más hasta darme cuenta de que es un deporte maravilloso. Le he cogido mucho cariño a cada club en el que ha estado Álvaro en los últimos años: el Madrid, el Bayern de Munich y la Fiorentina, y soy seguidora del equipo en el que esté.

—¿Cuál es tu zona preferida del castillo?

—Mi parte favorita de la casa es el salón. No hay cosa que más me guste que una tarde familiar o una partida de cartas después de cenar a la luz del fuego de la chimenea. Además, es el lugar donde mi bisabuelo y luego mi abuela preparaban los cruces de qué semental juntar con qué yegua para tratar

« Victoria ( de Marichalar) es como parte de la familia. Hacemos muchos viajes juntas y nos encanta escaparnos

a esta casa»

A la derecha, Inés y su novio, Álvaro Odriozola. «Me encanta poder estar a su lado mientras va cumpliendo sueños. Vivir de tu pasión es una gran suerte y Álvaro ha trabajado mucho para llegar donde está, porque también conlleva muchos sacrificios por su parte y por la mía. De un día para otro te puedes ir a otro país, no existen los fines de semana… Pero Álvaro hace

que todo sea mucho más fácil»

«Yo ni siquiera sabía quién era Álvaro… ¡Pero bendita pasión la de los caballos, que fue la que nos unió!», comenta Inés sobre el futbo

lista donostiarra, que también es dueño de caballos de carreras

«Este lugar es mágico. Álvaro dice que viene al Disneyland de los caballos. Aquí desaparece toda la presión que tiene durante la tempora

da (de fútbol)»

de criar el caballo más rápido… Para nosotros era muy interesante escucharlos. Del exterior me quedo con la cuadra donde están las yeguas madre y sus pequeños potros, me encanta pasear por allí, acariciar y llevar zanahorias a los potros pequeños. Pero si tuviera que escoger un lugar de toda la yeguada, escogería una pequeña capilla que se encuentra al final del jardín y que es muy especial para toda la familia.

—¿Cuál es tu plan favorito cuando estás aquí?

—Los reencuentros familiares, una buena conversación junto a la chimenea, salir a correr por la mañana entre los prados, una partida de cartas… Pero mi favorito, sin duda, si estoy aquí en la época de los nacimientos, que es de enero a mayo, es ver nacer un potro fruto de tus cruces con esperanzas de que sea un campeón. Las primeras horas de vida de los caballos me parecen increíbles.

—¿Cuáles son para ti los lugares imprescindibles de esta zona de Francia?

—Deauville es una cuidad con mucho encanto por la que me encanta pasear. Al albergar el festival de cine, a lo largo de la playa interminable, hay unas casetas con nombres de todos los actores que es muy original. A veinte minutos está Honfleur, un pueblo marítimo con un patrimonio histórico y artístico muy interesante, ya que inspiró a Monet y Courbet, entre otros. Su mercado de flores es un imprescindible de la zona. Además, las playas del desembarco, los memoriales y los cementerios americanos son dignos de ver.

—Háblanos de ti, ¿a qué te dedicas? —Como comentaba, nací y crecí en Francia, pero siempre quise ir a España, por lo que una vez finalizada mi carrera busqué trabajo en Madrid y llevo siete años trabajando en BDO, en «financial advisory», más concretamente, en valoración de empresas.

—Además de los caballos, ¿cuáles son tus aficiones?

—Me encanta pasar tiempo con mi familia o la de Álvaro. Me gusta viajar, conocer sitios y culturas diferentes, me parece muy enriquecedor. Desde pequeña, me ha encantado ver cómo cocinaban en casa y ahora disfruto mucho cocinando y recibiendo a gente en casa. Tengo una afición frustrada, que es la de las joyas. Me encantan las piedras y siempre quise hacer un curso de Gemología. Esa será mi próxima afición.

—Mi prima Rochi y yo somos como hermanas. Aunque viviese en Francia, siempre hemos pasado mucho tiempo juntas y, desde que me vine a Madrid, lo hacemos todo juntas. Compartimos muchas cosas, somos muy familiares, nos encanta viajar y los caballos. Rochi es pura energía y alegría y cuento con ella para todo.

—¿Estás muy unida a tu prima Rocío?

—Otra gran amazona es Victoria de Marichalar, íntima amiga de tu prima. ¿Alguna vez ha tenido la oportunidad de acompañarte al castillo?

—Victoria es como parte de la familia. Hacemos muchos viajes juntas y nos encanta escaparnos a esta casa. Aunque lo

suyo fuese el salto, le encanta el mundo de las carreras de caballos y, ya sea en Madrid o en París, disfrutamos mucho de los planes ecuestres.

— ¿ Cómo es compartir tu vida con una estrella del balón?

—Me encanta poder estar a su lado mientras va cumpliendo sueños. Vivir de tu pasión es una gran suerte y Álvaro ha trabajado mucho para llegar donde está, porque también conlleva muchos sacrificios por su parte y por la mía. De un día para otro te puedes ir a otro país, no existen los fines de semana ni las vacaciones, pero Álvaro hace que todo sea mucho más fácil. Lo que más me enamora de él es su humildad, su lealtad y, sobre todo, su nobleza con su gente. Vivimos una vida muy tranquila rodeados de nuestra familia y amigos, como cualquier persona.

—¿Para ti sería un sueño casarte en este castillo?

—Por supuesto. Esta casa es la visión que se hizo realidad de mi bisabuelo, en la que se casaron mis abuelos, mis padres y mi lugar de paz y felicidad con Álvaro. Sería un sueño.

«Mi plan favorito, si tengo la suerte de que suceda cuando estoy aquí, es ver nacer a un potro. Las primeras horas de vida de los caballos me parecen increíbles»

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