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JAVIER CASTILLO, «POTY» NOS PRESENTA A SU HIJA, MARTINA, QUE CUMPLE DIECIOCHO AÑOS

«Es supermadura desde muy jovencita. Se porta muy bien, estudia, es cariñosa, muy reflexiva, tiene muchísimo talento y baila mejor que yo, ¡con diferencia!»

HA recibido muchos reconoci

mientos a lo largo de su carrera, algunos de ellos completamente inimaginables; ha trabajado con artistas de primer nivel, ha hecho amigos y ha bailado por todo el mundo y ha vivido el sueño americano como nadie, pero del título del que Javier Castillo —«Poty», como todos lo conocemos— se siente más orgulloso es del de padre y el mayor triunfo de su vida se llama Martina. Ella es el tesoro de este polifacético bailarín y coreógrafo y de su mujer, Isabel Navarro, un matrimonio que lleva décadas trabajando en televisión, él delante de las cámaras y ella detrás, desde hace varios años, como directora de «casting» de Warner Bros. El 28 de noviembre, su hija cumple dieciocho años y, para celebrar esta fecha tan importante, Poty posa con ella por primera vez para ¡HOLA!

Aunque es un hombre sin vértigo, sobre todo, después de haber sido paracaidista, cuando echa la vista atrás no puede evitar sentirse asombrado por lo rápido que ha pasado el tiempo y por ver todo lo que ha vivido. Y es que, aunque le da algo de vergüenza recordar su increíble periplo en la danza y la televisión, aún se sorprende a sí mismo por todo lo que le ha pasado. Desde sacarse la carrera de Ballet a los veinte años y en tiempo récord, entrar en el Ballet Nacional, ser coreógrafo de la selección española de gimnasia rítmica y ganar con ellas el Mundial, pasando por convertirse en uno de los personajes más carismáticos de la televisión por su paso por « Mira quién baila» y «Operación Triunfo», hasta triunfar en Estados Unidos con varios programas —incluso un «late night»—, trabajar como coreógrafo de Olivia Newton-john y hasta ser elegido, junto a George Clooney, imagen de una marca de café y nombrado por la revista «People» como uno de los hombres más bellos de Estados Unidos… Una auténtica caja de sorpresas que ahora nos descubre a Martina, quien ha heredado su talento y muchas de sus inquietudes artísticas.

—Poty, dieciocho años cumple tu hija. Cuando la ves ya mayor de edad, ¿qué piensas?

—En lo rápido que ha pasado el tiempo. Porque con la vida que llevamos, tanto Isabel como yo, parece que pasa mucho más rápido. Yo he estado viajando once años a Estados Unidos y cuando me fui por primera vez a hacer programas allí Martina tenía cinco añitos... Y ahora es una mujer. Y eso que somos muy caseros, yo soy muy «padrero», Isabel muy «madrera » y estamos muy encima de todo, pero, aun así, cuando la veo se me encoge un poco el corazón y pienso que alguna cosilla creo que me he perdido.

—Es una mujercita supermadura, desde muy jovencita. Creo que tener unos padres con una profesión como la que tenemos ha tenido mucho que ver. Es una niña que se porta muy bien, estudia muy bien, es cariñosa, muy reflexiva… Es una cría madura. Y, ¿sabes qué?, esto tampoco lo quiero decir muy en plan madre de la Pantoja, pero tiene muchísimo talento, canta muy bien y baila mejor que yo, ¡con diferencia!

—Eso te llenará de orgullo.

—¿Cómo es Martina?

—Claro, tiene un talento natural. Tomó clases de baile y ha estado en el conservatorio, aprobó primer y segundo curso de Ballet Clásico y lo dejó, con gran pena. Luego hemos ido juntos a tomar clases de claqué y lo hace muy bien, tiene muchísima gracia.

—¿Te pide consejos cuando baila? —Sí, me escucha mucho, no es nada repipi en plan «papá, que eso ya lo sé yo». En ese sentido, me tiene respeto por sabiduría, porque piensa: «Mi padre sabe de esto más que yo», entonces, me escucha con muchísima atención.

—¿Te consideras un padre muy protector?

—Sí, soy un poco campesino en ese sentido, pero un campesino en plan cariñoso, que nadie lo interprete mal. A veces escucho hablar a Isabel con su familia y le preguntan si tiene noviete y siempre salto yo diciendo: «Qué noviete ni qué leches».

—Imagínate. Hay una cosa que recuerdo de ella que me enternece mucho y es que la enseñé a rezar y tengo el recuerdo tan vivo de verla juntando las manitas con el «Jesusito de mi vida». Durante mi estancia en Estados Unidos mantuvimos esa costumbre. A las tres de la tarde, empezaba mi grabación de «Mira quién baila» y eran las nueve de la noche en España, entonces, desde el camerino rezaba con ella.

—Se te cae la baba con ella.

Hablando de tu época en Estados Unidos, ¿cómo un chico de Torrelavega termina convirtiéndose allí en una celebridad de la televisión?

—Me han pasado cosas que ni soñándolas. Yo vivía en Cantabria y comenzó todo estando en la mili. Me fui con diecisiete años como voluntario a un cuerpo especial, a los paracaidistas, porque siempre he sido muy aventurero, y recuerdo que a la hora del paseo salíamos a una cabina, donde se formaba una cola enorme con todos los militares llamando a casa. Un día, me dice mi madre: «Han venido dos chicos alemanes a Torrelavega y han montado una escuela de “ballet”». Y yo, tapándome la boca para que no me escucharan, contesté: «Apúntame, mamá».

—Me auguraron un futuro nada prometedor porque tenía veinte años, pero yo quería bailar. A los seis meses, me llevaron al conservatorio a Madrid para empezar la carrera. Era impensable que con esa edad fuera a hacer la carrera de Ballet Clásico, que son siete años de conservatorio, pero fíjate las ganas que yo tenía ¡que la hice en dos años! Entré al Ballet Nacional y cambió mi vida.

—Y te apuntaste. —Pero la fama empieza a raíz de la gimnasia rítmica y de la televisión.

—Sí, después de ganar el Campeonato del Mundo de gimnasia rítmica como coreógrafo, se puso en contacto conmigo Antena 3 Televisión y me dieron el puesto de director de coreografía y puesta en escena musical. Era la primera vez que tenía tarjetas de visita y ahí empieza mi periplo en la época dorada de la televisión. Hice todas las galas y eso me dio la oportunidad de trabajar con gente que ni soñándolo, con Will Smith, Donna Summer, Gloria Gaynor, Cher, Rocío Jurado, Miguel Bosé… Estuve once años en la cadena y eso me enriqueció al máximo.

— Luego hiciste « Operación Triunfo» y «Mira quién baila» y diste el salto al otro lado del charco.

—«Operación Triunfo» fue un regalo y, después de hacer once ediciones de «Mira quién baila» en España, me llamaron de Endemol para hacer la versión americana del programa. Me fui y caí de pie. Todo un éxito, prensa, datos de audiencia gigantes...

—Regresaste años más tarde y sigues sin parar, pero aquí. ¿Cuáles son sus planes inmediatos?

— Ahora estoy haciendo un programa que presento para Antena 3 Internacional, se llama «Showbusinnes TV». Aparte de muchas cosas, voy a dirigir el musical de la vida de Tino Casal, este es un proyecto que está ya muy avanzado. Pero, además, soy embajador marca Ejército de España y me voy al Líbano, a la base Miguel Cervantes, que tienen unas tropas destacadas allí, y voy a dar una charla y apoyarlos.

HABLA MARTINA

—Martina, ¿qué te ha parecido ponerte delante de las cámaras? ¿Te gusta la moda?

—¡Mucho! Y me encantaría, dentro de un tiempo, poder hacer algo en este ámbito o relacionar mi carrera —Dirección Comercial y Marketing— con algo de moda.

—¿Cómo se vive siendo hija de Poty, un personaje tan conocido y tan querido en televisión?

—Es carismático a más no poder, es alucinante. Tiene una energía, es todo actividad… Es difícil explicar, es como se le ve. Es la persona más real que vas a ver en tu vida. Él siempre anima a todo el mundo, tiene muy buen rollo, da gusto con él, es maravilloso.

—¿Cuál es su mejor consejo? —Que tengo que ser yo misma y tener mucha personalidad, en el sentido de no avergonzarme de cómo soy. Que hay que tirar adelante, no dejar que los problemas te coman y confiar en uno mismo.

—Viendo a tus padres en televisión, tu madre detrás de las cámaras, tu padre delante, ¿a ti no te tira ese mundo?

—Me tira, pero no sé si la televisión es para mí; me gusta más una revista, las redes sociales… Como lo vivo muy de cerca, veo lo bueno y lo malo de la televisión.

—¿A qué personaje admiras y te gustaría seguir sus pasos?

—Me alucina María Pombo, porque se lo ha currado mucho. Y a quien también admiro, aunque creo que nunca podré ser como ella, es Kendall Jenner.

—¿Te gustaría hacer carrera como «influencer»?

Me encantaría y me gustaría crear algo que no sea igual a lo de todo el mundo, el contenido sería enfocado a la moda, pero aportaría un poco más, pondría mi sello.

—¿Y el baile? Tu padre dice que bailas mejor que él.

—Bailaba mucho y ahora, que no bailo, siempre lo echo de menos. Una parte de mí lo echa en falta, siempre digo que me arre- piento de haberlo dejado, que es una pena. Es una espinita que tengo clavada.

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2022-11-23T08:00:00.0000000Z

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