EL pasado fin de semana, la Casa Blanca se vestía de fiesta para celebrar la boda de Naomi Biden, un enlace que, aunque ha sido el decimonoveno que ha tenido como escenario la residencia presidencial, ha pasado a la historia por ser el primero de la nieta de un mandatario.

Ella es la primogénita de Hunter Biden y su exmujer, Kathleen; tiene veintiocho años, y es abogada; mientras que su novio, Peter Neal, de veinticinco años, trabaja en el Centro de Leyes sobre Seguridad Nacional de la Universidad de Georgetown. La pareja ha contraído matrimonio en una ceremonia que ha tenido dos partes, un «sí, quiero» íntimo y, luego, una ceremonia en el jardín sur, ante 250 invitados.

La novia, que eligió para su gran día un diseño de Ralph Lauren, está muy unida a su abuelo, de hecho, vive desde el pasado mes de agosto en la Casa Blanca y, además, se llama Naomi en recuerdo a la hija del Presidente, que falleció cuando tenía tan solo un año.

«Nos llena de orgullo ver a Naomi elegir a Peter como su esposo y nos sentimos honrados de darle la bienvenida a nuestra familia», le decía Joe Biden, quien, al día siguiente, cumplió ochenta años.